martes, 15 de diciembre de 2009

CUESTIÓN DE AÑOS

Tendría unos veintitantos años al cumplir los cincuenta. Delgado, fibroso, pelo abundante y negro, estaba fuerte como un toro y se cuidaba como un pura sangre. Daba gusto verlo en las marchas campestres galopar monte arriba, llegar el primero, volverse fresco como una lechuga y lanzar desde lo alto un comentario jocoso al resto de los excursionistas que aún se esforzaban a mitad de la pendiente. “La juventud está en el corazón, amigos míos” les explicaba cuando entre jadeos llegaban a la cima. En tales ocasiones, su mujer solía menear la cabeza.
Tendría unos treinta y tantos al llegar a los sesenta. Aún delgado, empezaba a resultar gracioso cuando, entre toses y colorado como un tomate, trataba de emular sus pasadas hazañas montañeras. Sí, empezaba a resultar gracioso y quizás hasta un poco ridículo, pero en las fiestas seguía siendo el rey y no cejaba en el empeño de divertirse hasta que los primeros rayos de sol despuntaban en el horizonte y coronaban su cabeza de pelo ya un tanto escaso. “Cuestión mental, creedme, cuestión mental” decía entonces a sus amigos que se desparramaban pálidos y silenciosos por los sillones, mientras su mujer contemplaba ensimismada algún punto perdido de algún perdido pasado.
Tendría unos cuarenta y tantos al traspasar la barrera de los setenta. Fue entonces cuando empezó lo malo. Ya no era plato de buen gusto para nadie reparar en su delgadez, en su fortaleza en ruinas, en las muecas que pretendían ser risas y, sobre todo, en esos ruidos que a veces le salían del pecho y que parecían llenar de babas sus palabras. Sí, entonces empezó lo malo; pero lo peor llegó más tarde, sólo un poco más tarde, justo cuando cumplió los ochenta. Apenas un bulto bajo las mantas, el rostro amarillento, los ojos hundidos, la mirada aterrada, murió musitando perplejo que todavía le quedaba media vida por delante.
Dicen que su ex-mujer, al conocer la noticia, meneó la cabeza y contempló entre lágrimas algún punto perdido de algún perdido pasado.

Ricardo Uriarte

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